martes, 20 de octubre de 2009

Cábalas de una bruja

No uso escoba voladora, no leo el chocolate, no tengo verrugas horrorosas , tampoco hago conjuros ni me declaro con autoridad para hacer cábalas ni pronósticos, pero en esta oportunidad me arriesgo a lanzar un vaticinio que quizá me pueda convertir en objeto para una ‘cacería de brujas’, aunque quizá no con el mismo alcance a la observada en los siglos XV y XVIII en Europa.

Tengo en mis manos la ponencia para el primer debate al Proyecto de Ley Número 118 de la Cámara de Representantes, con la cual se autoriza a la Superintendencia Financiera “unificar y controlar las tarifas por comisiones bancarias”. Desde ya y sin ninguna bola de cristal, veo que la iniciativa está condenada al fracaso .

¿Razones? Pese a que se ‘cura en salud’ en lo que tiene que ver con la libertad económica y la iniciativa privada y se escuda en el bien común, no creo que consiga un apoyo generalizado y más cuando el negocio financiero es uno de los más, sino el más poderoso de este país. O si no miren las utilidades del sistema: 8,6 billones de pesos a septiembre: seamos realistas.

Si a esto se le suma ‘el trancón’ de proyectos en el legislativo, no veo ni ligeramente probable que exista un mensaje de urgencia del Ministro de Hacienda, Óscar Iván Zuluaga, a una iniciativa de esta naturaleza. No sólo por el amparo a la libre empresa, sino porque (y esto si hay que decirlo en voz baja) no resultaría muy acertado políticamente hablando.

La iniciativa del representante Jorge Julián Silva, conocido en la Cámara y en los medios por la paternidad de numerosos y célebres 'micos' -como el del costoso microchip para vehículos y el de la internacionalización del aeropuerto de Vichada, según el periódico El Tiempo, resultaría un verdadero bálsamo para los usuarios bancarizados de este país, quienes día a día reportan cientos de quejas no sólo por fallas en los servicios financieros sino por los excesivos costos que en lugar de permitir la vinculación de nuevos usuarios al sistema, los aleja.

Uno de los puntos llamativos de la ponencia es este: “para todos los casos estas tarifas no podrán exceder el valor correspondiente al cinco por ciento de un salario mínimo legal vigente. Las entidades bancarias quedarán en libertad de cobrar o no las comisiones, pero de hacerlo, deberán regularse por lo establecido en la presente ley”. Esto se cumpliría en el país de las maravillas.

Y este artículo tampoco deja de ser llamativo: “las tarifas acordadas por la Superintendencia Financiera serán obligatorias para todos los establecimientos bancarios y la misma Superintendencia vigilará su estricto cumplimiento y sancionará a los bancos que las infrijan, aplicando las medidas previstas en la sanción bancaria”.

Que hay abusos con las tarifas, no lo dudo. ¿Que pase esta iniciativa? voy a ver si me funciona hacer un conjuro para que así sea.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Los siete pecados capitales del inversionista

¿Y eso si da buena rentabilidad? Fue la primera pregunta que hizo Arcesio Muñoz, un pensionado de más de 70 años de edad a una promotora comercial de una fiduciaria durante una feria para inversionistas que se realizó en Bogotá hace dos semanas.

Y la segunda: ¿usted me garantiza que me van a devolver la plata?

Bueno, a estas alturas del partido cuando para más de uno es claro que hay que desconfiar de eso que “parece tan bueno”, nunca sobra recordar nuestros errores más comunes a la hora de pensar en inversiones. Y en este negocio todos somos o hemos sido ‘pecadores’.

1. La gula. ¿Le parece muy poco el rendimiento que le da ese fondo de inversión y que en el último mes reportó una rentabilidad efectiva anual de 15 por ciento? Si bien es cierto que hay portafolios más interesantes para satisfacer cualquier clase de ambición, no cualquiera puede darse el lujo de someterse a una úlcera por invertir en productos financieros en donde se puede ganar o perder todo de un sólo golpe. No olvide una premisa: el que muestra el hambre se queda sin comer.



2. La pereza. ¿Es de los que prefiere obtener rendimientos en poco tiempo y piensa que el trabajo está hecho para los mediocres? ¿ o sencillamente no le interesa ser un asalariado más y entre sus metas está hacerse rico en poco tiempo? No todos nacimos con la estrella de Warren Buffet, no se equivoque. No hay que mirar tan de reojo las inversiones en renta fija, ni pensar que diversificar el portafolio es de ‘viejitos’.



3. La envidia. ¿Su tía Genoveva se está haciendo rica porque invirtió en un fondo que replica el Índice General de la Bolsa de Valores que este año sube más de 40 por ciento? Si a ella le está yendo bien y se ‘forró’ en plata, no significa que a usted le vaya a pasar lo mismo. Generalmente al que llega tarde a la fiesta le toca bailar con la más fea.



4. La lujuria. ¿Es de los que se deja llevar por el momento y no usa la cabeza en frío para frenar en el momento en que su inversión amenaza con irse al piso? ¿Prefiere refugiarse en el ser más primario que habita en usted cuando debe tomar una decisión inteligente en su portafolio? Quizá en esos momentos usted puede ser la representación traída a valor presente del ‘Australopitecus Erectus’.



5. La soberbia. ¿Confía ciegamente en su propio análisis sobre el curso de sus inversiones y poco o nada le importa lo que digan los demás? Quizá es uno de los candidatos a ser señalado cuando después de advertirle le dicen sin más ni más un sonoro: “se lo dije”.



6. La avaricia. ¿Ese deseo desmedido por adquirir cosas para atesorarlas hizo evidente en el proceso de venta de compañías como Bavaria y Acerías Paz del Río, al punto que no desmaterializó o volvió electrónicos sus títulos valores y éstos perdieron toda validez por obra y gracia de su afán de guardarlo todo?



7. La ira. ¿Es de los que a la primera caída fuerte en un precio se va lanza en ristre contra su corredor de bolsa y lo amenaza con denunciarlo ante la Superintendencia Financiera ó el Autorregulador del Mercado, sin acordarse de que fue usted mismo quién insistió en hacer esa inversión de alto riesgo que ahora le produce un evidente ataque de nervios?.



Nota: ¿Se ha sentido identificado o conoce algún caso que valga la pena presentar en los que se hagan evidentes los pecados del inversionista? Bienvenidos sus comentarios.

jueves, 1 de octubre de 2009

¿Sabe reconocer una inversión pirata?

Hace un año, cuando escribí un post sobre inversión en Forex y mencioné en particular el caso de una compañía que funcionaba bajo un esquema ‘ cuasi piramidal’, recibí uno que otro insulto y regaño por señalar a una compañía aparentemente seria, con operación en otras latitudes del mundo.

Hoy la historia es que la Superintendencia Financiera, en su afán de acabar con todo este tipo de captadoras ilegales de recursos dejó fuera del ‘ring’ a la otrora popular compañía, que si bien funcionaba al amparo de una plataforma mundial que permite la negociación de trillones de dólares diarios, ofrecía a los usuarios comisiones por la vinculación de nuevos incautos.

También recuerdo que en ese entonces uno que otro conocido me decía que iba a poner una platica en el extinto imperio de David Murcia Guzmán: que a la tía Pepa le había ido muy bien allá y que había logrado hacerse a una casita, que el maestro Albarracín había podido comprar carro y que en algunas ciudades como Pasto y Tunja, varias familias habían decidido entregarse a los brazos de gallinas de huevos de oro que les ofrecían rentabilidades que difícilmente verían en otro tipo de inversiones.

O sino que lo digan los clientes de dos cooperativas financieras que operaban en el Tolima y Santander denominadas Coopfinanciera S.A y Crediservicios S.A, que no sólo “otorgaban” créditos vía celular, sino que no tenían domicilio y por si fuera poco y sin descaro alguno le solicitaban a los clientes consignar dineros en cuentas para aparentes compras de pólizas de seguro o garantías para respaldar los créditos.

La verdad es que estos bochornosos episodios han tenido un elemento común: la ingenuidad de los inversionistas, quienes esperando tocar el cielo con las manos al poner sus recursos en alternativas dignas de aparecer en los ‘Guiness Record’ de la rentabilidad, se dejan obnubilar por falsos espejismos.

Y es evidente que la falta de educación financiera y la costumbre arraigada de familias que conciben que ahorro es sinónimo de Certificado de Depósito a Término (CDT) que a 90 días no reconoce una tasa superior a 4%, lleva a más de uno a buscar alternativas no reguladas que le ofrecen esta vida y la otra y que se esfuman sin que el cliente sepa a qué hora pasó o por qué creyó en las manos de aparentes opciones de inversión.

Por eso me inclino por inversiones de entidades reguladas (aunque casos famosos como el de Stanford tenían la bendición del gobierno de EE.UU), y no necesariamente busco rentabilidades por encima de 20 por ciento si soy un inversionista promedio, Me fijo más en la trayectoria, tradición y solidez de una entidad y desecho aquellas firmas que no tengan oficina de representación en Colombia. Eso sin contar con que hay que mirar más de una vez a quienes ofrecen cursos de bolsa e inversiones en el exterior en avisos de prensa.

Por eso es hora de abrirse a nuevas posibilidades de ahorro legal, pero manteniendo los ojos bien abiertos: es válido sospechar de rentabilidades absurdas en corto plazo y con falsas promesas de retornos garantizados, hay que confirmar que la empresa que nos quiere vender algún producto efectivamente es vigilada por la Superintendencia Financiera, hacer caso omiso de entidades que ofrecen rendimientos en otras monedas y que no cuentan con oficina de representación local y mucho menos de aquellas que ni siquiera suministran un teléfono fijo.

viernes, 17 de abril de 2009

Hasta pronto

Dice una amiga colega que los periodistas no somos el medio, ni la marca, sino la esencia. También es vehemente al afirmar que nadie deja de ser reportero por desistir de trabajar en una casa periodística o porque otros así lo vean.

Hoy me despido de ustedes, los lectores de la página web del diario, con quienes he tenido la oportunidad de compartir algunas de las experiencias ajenas o las mías, sobre temas que afectan lo que más cuidamos por estos días recesivos: el bolsillo.

La Mesa de Dinero se va de la página web de La República, pero no saldrá del aire. Simplemente se trastea a su lugar original: http://lamesadedinero1.blogspot.com, así que por favor no pierdan la esperanza de volvernos a encontrar.

Un abrazo.

lunes, 6 de abril de 2009

¿Cúal crisis?

“Sin querer queriendo”, como diría el Chavo del Ocho, más de un empresario se ha visto obligado a reducir sus costos por las amenazas de una agudización de la crisis económica que ya en Colombia empieza a oler a recesión: optan por restringir inversiones que se confunden con gastos, congelan proyectos claves y en el peor de los casos, despiden personal.

¿Será ésta la mejor solución? ¿No es en los momentos de crisis cuando se debe aprovechar para ganar participación de mercado y abonar terreno en los negocios? ¿acaso la solución está en decirle adiós al talento y llenar las vacantes con jóvenes recién graduados, que en muchos casos (no todos, aclaro) se convierten en una carga laboral adicional en las empresas?

Juan Alberto Castro, presidente de D’vinny, lo tiene más que claro. Su experiencia al frente de compañías como Sodexho Pass, Legis y hasta la sociedad que tuvo con Xiomara Xibille (sí, la misma del ilarilarié criollo) llamada Xilvestre, una cadena especializada en la comida light, son su mejor argumento para recomendar a los empresarios que en tiempos de crisis hay que invertir en talento.

Su consejo: “recluten la mejor gente y páguenles bien. El salario emocional también es clave”, afirma.

Mi percepción al observar una cifra de desempleo que alcanza 12,5 por ciento, según las estadísticas oficiales, una caída de la producción manufacturera en más de 10 por ciento y el descenso del crecimiento de la economía de 0,7 por ciento en 2008, es que algunas empresas podrían recurrir a estos pesimistas indicadores para hacer reestructuraciones de personal y tomar otro tipo de decisiones.

Pese a los recortes que van y vienen por estos días, me sorprendió gratamente cómo una empresa familiar dedicada a venta de repuestos para motos llamada Indummelbra, se resiste a dejarse arrastrar por la crisis. Le preguntaba a su gerente general, Eduardo Bustos, si las ventas habían mejorado a razón del nuevo Pico y Placa y de las averías que el invierno causaba en las motos y me dijo que, la facturación ha caído 32 por ciento desde enero, pero no están pensando en despedir a ninguno de los 78 empleados que tiene la empresa, cuya tradición supera los 30 años en el mercado local.

Al contrario, lo que la empresa plantea es que sus dueños y altos directivos se bajen los sueldos. “En épocas de crisis no se puede despedir a la gente. Lo mejor es reducir costos pero evitar los despidos. Eso lo aprendimos de la crisis de los noventa”, cuenta.

Pero hay quienes van más allá, como es el caso de Jorge Castellanos, banquero de inversión y quien capoteó con fuerza la crisis de la década pasada, cuando el sistema financiero local sí estaba directamente implicado, a diferencia de la actualidad, cuando el país es víctima de una hecatombe importada de Estados Unidos.

“¿Crisis? Yo no la he sentido, estoy haciendo más negocios que antes”, cuenta Castellanos, quien a su paso por Medellín, en el marco de la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se le veía sonriente por obra y gracia de los potenciales clientes que encontró para su recién creado fondo inmobiliario.

Más allá de las quejas y lamentos, hay que aprovechar las oportunidades que se cristalizan en los tiempos difíciles y no recurrir a estrategias desesperadas que sólo conducen a echarle leña al fuego.

lunes, 23 de febrero de 2009

Pirámides de "alto turmequé"

El caso de Bernard Madoff y ahora de Allen Stanford, un magnate estadounidense, quien tuvo el privilegio de ser recibido con ‘honores’ por el mismísimo Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, en noviembre de 2006, a propósito de su entrada al mercado colombiano mediante la compra del puesto de bolsa del cafetero Gustavo Gaviria, permite entrever que “ni las más linda, ni la más perfumada de la fiesta es necesariamente la mujer perfecta”. Ahí vienen los espejismos.

“¡Viva Colombia!” fue la frase típica de reina de belleza de la que se valió Sir Stanford cuando presentó en sociedad a su compañía, en un concurrido coctel en el Club el Nogal de Bogotá, al que asistieron ex ministros, empresarios, modelos y uno que otro ‘lagarto’ y en el que el empresario nos decía a los medios que el grupo hasta pensaba montar un banco comercial en Colombia.

Casi por la misma época, un hombre de origen humilde, pelo largo y con fuerte acogida en los sectores populares, intentaba hacer lobby en la Casa de Nariño para lograr una audiencia con el Presidente Uribe: ‘criollito’ él e igual de genio para prometer a los incautos, intereses superiores a los del sistema. Y una coincidencia: se supo después que también quería montar un banquito.

Ambos casos son repudiables, aunque resulta casi ridícula la pleitesía que se le rinde a los inversionistas extranjeros sin conocer, al detalle, de dónde provienen esos jugosos rendimientos. Y claro, si al señor Allen lo ponemos al lado de Murcia, ¿a quién se le nota más la cara de presunto estafador?

Stanford tiene ese no sé qué que se llama clase y cómo no, si es un hombre de cuna: amo y señor de la isla Antigua y Barbuda, benefactor de los pobres y desprotegidos, patrocinador de deportes como el criquet e incluso, auspiciador del golfista colombiano, Camilo Villegas. Un hombre que a finales del año pasado despertó fuertes suspicacias en Wall Street porque mientras los mercados internacionales se venían a pique, su emporio se mantenía fuerte como un roble. Por si fuera poco decía que su negocio tenía 70 años de tradición, cuando en los mercados internacionales se habla apenas de 15.

Mientras 'Sir Allen' recorría en su avión privado los 136 países de operación de Stanford, en Colombia, Murcia fue cuestionado por una colección de 15 automóviles lujosos como Ferrari, Maserratti, Mercedes Benz, así como yates y aeronaves. Una vida llena de excentricidades, que en el primer caso generaba adulaciones y en el segundo, sospechas.

En el caso de Murcia, su dinero se asoció a los negocios con Juan Carlos Ramírez Abadía, alías “Chupeta”, capturado en Brasil en 2007 y el ex jefe paramilitar Carlos Mario Jiménez, alias "Macaco", extraditados a Estados Unidos bajo cargos relacionados con tráfico de cocaína. A Stanford, el FBI le indaga si tuvo nexos con el cartel de México.

Juan Carlos Hoyos, un agente financiero cuenta que estuvo a punto de ser ‘tumbado’ hace siete años cuando un colega suyo, que trabajaba en Stanford Venezuela (40 por ciento de las inversiones del conglomerado) le ofreció comercializar los productos financieros de la firma. Lo llevaron a Antigua durante cuatro días, le pagaron el mejor hotel y todo, a cambio de un negocio que nunca se concretó porque Hoyos no creía en los dichosos Certificados de Depósito a Término (CDT) a una tasa de 15 por ciento efectiva anual, cuando en el mercado no se ofrecía ni a la mitad, en ese entonces.

Algo olía mal, indudablemente. En Colombia, aunque la comisionista de bolsa salvó el honor al iniciar un proceso de devolución de los recursos de los clientes en pesos y la oficina de representación de Stanford Trust Company, cesó sus actividades de promoción y negó haber hecho actividades de captación de recursos para ofrecer productos financieros en el exterior, no deja de llamar la atención la coincidencia en que, por ejemplo, la gerenta general de la comisionista, Alba Luz Hoyos, presentara renuncia a su cargo dos semanas antes de que la Securities Exchange Comission (SEC) acusara a Allen Stanford de cometer un fraude cercano a los 8.000 millones de dólares, aduciendo motivos personales. En ese momento la comisionista esperaba una capitalización cercana a los tres millones de dólares, ya que durante dos años consecutivos reportó pérdidas en su balance.

También, y aunque la firma se anticipó a una medida cautelar de la Superintendencia Financiera, una pregunta que ronda en el ambiente es ¿por qué no hubo más exigencias en la operación local, considerando que la SEC en Estados Unidos había iniciado pesquisas, que a los empleados de Stanford Colombia les vendieron como rutinarias? ¿qué tanta vigilancia se ejerce sobre las oficinas de representación que legalmente sólo vienen a promocionar productos, pero no a captar recursos del público?.

En todo caso, los dos episodios, el de Murcia y Stanford, son igual de reprobables, cada uno en su contexto. En el caso de Murcia, la gran estafa fue para el ciudadano de a pie que buscaba rentabilidades mágicas en poco tiempo. En el segundo, a quienes con un poco más de dinero creyeron en la estrategia de la multiplicación de los recursos de Stanford. Al final, todos cayeron.

miércoles, 18 de febrero de 2009

"Voy a devolver hasta el último centavo"

Pese a que la operación en Colombia no tiene que ver con la acusación que la Securities Exchange Comission (SEC), le hizo a Allen Stanford, al señalarlo como el responsable de un fraude masivo por 8.000 millones de dólares, el gerente de la operación de la comisionista, Álvaro Cámaro, anunció la suspensión de actividades, así como el traslado y pago de los recursos de cerca de 6.000 inversionistas locales.


Después de que la Securities Exchange Comission (SEC) acusó al magnate Allen Stanford y a tres de sus compañías de cometer un fraude masivo, Álvaro Cámaro, gerente de la operación en Colombia desde hace dos semanas, no ha tenido un minuto de descanso y por ahora se dedica a capotear la tempestad de un escándalo que la prensa internacional compara con el caso de Bernard Madoff.
Aunque es claro que la comisionista local no está implicada en los hechos, el ejecutivo de treinta años de edad, no puede desconocer el nerviosismo que produjo la medida del regulador de Estados Unidos y que llevó a la administración de la firma a tomar la decisión de suspender sus operaciones como medida cautelar para garantizar la tranquilidad de cerca de seis mil clientes en el país.

¿Cuál es el procedimiento que debe seguir un inversionista que quiere trasladar sus recursos a otro puesto de bolsa?

Lo único que tiene que hacer el dueño de la cuenta es traer una comunicación a Stanford en la que diga que desea que su portafolio sea trasladado a otra firma comisionista. Ese es un trámite que se hace el mismo día y la gente va a tener sus recursos en otra firma a más tardar en la noche. Las personas que tienen saldos a favor, es decir, que tienen dinero en efectivo, simplemente solicitan que se les haga restitución de ese dinero, la compañía gira un cheque con cruce restrictivo únicamente al primer beneficiario y listo. La última fase son las carteras colectivas: hoy sale una convocatoria de adherentes que invita a una asamblea que se va a hacer el próximo miércoles para las tres carteras colectivas, en la que todos van a decidir qué quieren hacer con el dinero para proceder a la devolución de los recursos o si quieren irse con una propuesta de una administradora comisionista de bolsa o una fiduciaria.

Pero Stanford Colombia no ha cerrado sus puertas...

En este momento estamos en inactividad. No quiere decir que nos estemos liquidando sino que estamos concentrados en devolver el dinero a los inversionistas que invirtieron su plata en pesos. Ese es nuestro foco y nuestra atención prioritaria en este momento. Una vez esté solucionado empezaremos a mirar (dependiendo de quién surta en su posición de accionista), dado que en Estados Unidos están secuestrando bienes de Stanford, dará las directrices de lo que será el futuro de la compañía. Por ahora queremos un marchitamiento ordenado de las operaciones, reducir nuestra base de clientes, salir de nuestras carteras colectivas y evidentemente reducirnos a una sociedad que seguirá operando a un costo mínimo. Es un tema operativo complejo porque es atender a muchos clientes que están dando órdenes de traslado pero el estar inactivos en bolsa nos facilita este proceso.

¿Sintió el respaldo de la Superintendencia Financiera?

Lo único que ha hecho es apoyarme. He tenido la Superintendencia a mí disposición y la entidad sabe que la mejor decisión fue suspender operaciones, lo mejor para los clientes y para el mercado. Hemos girados cheques cabalmente a las personas, hemos atendido operaciones de traslados de portafolio. Estoy cumpliendo con mi palabra de que aquí estaba yo para devolver hasta el último centavo de los dineros que invirtieron en el mercado local. No tengo control del mercado externo.

¿Le generaron sospechas las pesquisas que se empezaron a hacer en Estados Unidos?

Las informaciones que recibimos de afuera, nunca tuvimos razones para no creerlas. Básicamente lo que se decía en su momento es que eran investigaciones de rutina, producto de la paranoia financiera. No habían razones para no creer, ellos tienen su mercado y su jurisdicción clara. No tenía razones para dudar, estábamos sujetos a la información que nos envían de afuera.

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Bogota, Colombia
Editora financiera del diario La Republica